La  partida de un hijo, creo es lo más doloroso que una mujer puede experimentar.

–Aunque sabía que solo he sido un puente  en la vida de mis hijos para nacer y vivan su experiencia como humanidad, la partida de Daniel, –23-07-2017–,  tambaleo los pilares que sostenían mi mundo. Durante este último año, me fui hacia adentro en busca de mi dios interior buscando respuestas y sobre todo aceptación a esta experiencia tan dolorosa para una madre.

He titulado este artículo «Hoy soy yo, he vuelto a ser yo en estado puro» porque este tiempo, estuve perdida, era como estar en una nube, era como estar viviendo un sueño. Reencontrarme conmigo misma, reforzando mi fe en la vida, agradeciendo por todo y cada día vivido, el recuerdo de los que adelantaron el regreso a casa, me dan fuerzas para decir:  he vuelto, sigo aquí para estar con los que quedamos en este plano.

Meditando, comprendí  que si superé, –linfoma de Hodgkin–,  fue gracias a esta comprensión. Sabía que la única manera de sanar mi cuerpo y dejar que mis células siguieran su cometido era alimentando esa parte sutil para así ser devorada por mi dios interior. Sabía que solo él podría ayudarme, porque ya lo dijo Jesús hace más de 2000 años “El conocimientos os hará libres” Se refería a este conocimiento.  Solo alimentándonos de la energía correcta, seremos devorados por dios. Cuando esto sucede, es la liberación total, es la comunión de la materia con las energías celestes. Es el “matrimonio” de la materia con la divinidad.

Renacer a mi esencia, sacar a la luz al ser, para  ser una antorcha que alumbrará mi propio camino y mi entorno. Desde la  humildad, gracias a mis MAESTROS, por ser el hilo conductor que me ayudan  a ser, estar y además, rescatar mi esencia para disfrute de los que me acompañan en estos momentos de mi vida.

Quizás no  comprendas ni lo pretendo, pero a raíz de esta experiencia tan dolorosa, comprendí  y  encontré esa pieza que me faltaba para completar mi puzle.

Solo depurando la materia, será impregnada por esa energía sublime. Mientras, vivimos separados de lo divino: no hay cohesión.

Lo importante es seguir siendo útil aunque los avatares de la vida muchas veces nos golpean, pero, hay que levantarse, seguir alumbrando mi propio camino y de paso, ser esa pequeña lámpara a mi entorno es lo que me hace realmente útil y feliz.

Gracias a todos por estar ahí, apoyándome, me dais fuerzas para seguir mejorando como humanidad.

Rosa

¡NAMASTE!