(El origen de la palabra griega formada por macro ‘grande’, y bio ‘vida’, significa “gran vida”)
La alimentación macrobiótica define una manera de comer basada en el principio de equilibrio del Yin y el Yang, y consiste en una adaptación de las tradiciones culinarias de Extremo Oriente, donde alimentación, medicina e incluso espiritualidad, a menudo, se presentan imbricadas. Aun así, se encuentran principios equivalentes a los de la alimentación macrobiótica en la mayoría de cocinas ancestrales del mundo entero, incluso en las occidentales.
La macrobiótica consiste en una enseñanza global que tiene como objetivo final el desarrollo del juicio o entendimiento humano. Desde este punto de vista, se la puede considerar como una técnica de evolución personal, de la misma manera que el yoga, el budō japonés, en su esencia, o las diversas disciplinas espirituales.
Fue presentada tal y como se la conoce actualmente por el pensador japonés George Ohsawa, quien consideraba que tras la mentalidad ancestral oriental hay un principio único o principio universal que permite captar de manera eficaz el funcionamiento del mundo, ayudando en la práctica a comprender y asumir las vicisitudes de la vida.
Este principio es el de la complementariedad entre el Yin y el Yang: dos fuerzas antagonistas, pero inseparables, que constituyen la manifestación del uno o el todo. Según esta visión, todas las cosas de este mundo están regidas por la dinámica permanente entre estas dos fuerzas. Y esta dinámica constituiría las leyes de la vida o, como Ohsawa la denominaba, el orden del universo.
La filosofía oriental define el cuerpo, el pensamiento y el espíritu como partes de un todo. Si se come según este principio, el organismo entero se armoniza (en primer lugar, físicamente y después mentalmente) haciendo que el entendimiento se vuelva más claro, capaz de percibir mejor la realidad. Así, el hecho de que una alimentación como esta pueda mejorar poco o mucho el estado de salud, permite que también se la pueda considerar como una higiene de vida o régimen sano.
Por otra parte, Ohsawa utilizaba a menudo la palabra macrobiótica para designar, de manera genérica, un comportamiento que, según él, corresponde a una actitud justa (es decir, en acuerdo con las leyes de la naturaleza). Por ejemplo, calificaba al cristianismo o al budismo de enseñanzas macrobióticas, así como a ciertas personas que, sin conocer el Yin y el Yang, han captado intuitivamente este mecanismo o bien han conseguido vivir de una manera libre e independiente, realizando sus sueños unos tras otros (lo cual es, en definitiva, el objetivo que Ohsawa quería ayudar a alcanzar con su método).
En este sentido, también utilizaba el calificativo macrobiótico para definir a las medicinas que toman en cuenta la totalidad, contribuyendo al desarrollo global del individuo, y se interesan en curar las causas profundas de la enfermedad y no solamente los síntomas.
En definitiva, se puede definir la manera macrobiótica de comer de diversas maneras, todas ellas correctas: como un camino de desarrollo personal global, que permite mejorar el estado de conciencia, como un régimen bueno para la salud o, incluso, como una medicina alternativa; todo depende del nivel en el cual cada individuo la sitúa.
Este tipo de alimentación es una aplicación biológica y fisiológica del principio del Yin y el Yang, según el cual, toda cosa está equilibrada por estas dos fuerzas si se respeta, en cada caso, una proporción determinada.
En macrobiótica, se considera que el proceso de asimilación de los alimentos consiste en un mecanismo de descomposición realizado a través de la digestión: las sustancias ingeridas se descomponen hasta que cada elemento molecular es extraído para ser introducido en la sangre, que alimentará cada célula del organismo. En consecuencia, todo alimento demasiado alejado de esta composición fija de la sangre necesitará un esfuerzo digestivo más importante, y el organismo deberá fatigarse con el fin de transformarlo, cosa que, a la larga, puede acabar causando enfermedades.
Así pues, los alimentos se clasifican según estas dos categorías (Yin o Yang) y, con el fin de equilibrarlos (permitir que se acerquen, cuanto más mejor, a esta relación de 5/1 que la sangre necesita), uno los yanguizará (eliminará el exceso de Yin) a través de diferentes técnicas culinarias, como la cocción, la adición de sal, etc., o los yinizará (eliminará el exceso de Yang) gracias a la fermentación, la maceración…
La macrobiótica pretende hacer tomar conciencia del mecanismo, que considera subyacente a este fenómeno, para poder ser más precisos en caso de necesidad.
Por otra parte, también quiere atraer la atención sobre el siguiente hecho: tal como cuando se bebe demasiado alcohol el pensamiento o juicio se modifica, cualquier sustancia introducida en el organismo —incluyendo todos los alimentos—produciría el mismo efecto. De este modo, el consumo habitual de ciertos alimentos provocaría angustias, otros suscitarían agresividad, otros agudizarían la capacidad de concentración o la debilitarían, etc.
Si el objetivo final de esta enseñanza—y de este método— es proporcionar la mayor libertad posible, el camino para alcanzarla reclama una cierta concentración previa. Esta concentración debería propiciar una toma de conciencia que permita captar la importancia de la alimentación en tanto que es base de toda manifestación de vida: sin alimentación no hay vida; la calidad de la alimentación determina la calidad de la forma de vida. Una vez realizada esta toma de conciencia, se obtendría la libertad de actuar con verdadero conocimiento de causa en lo referente a la alimentación.
Para alcanzar este primer objetivo, la actitud que se desprende se puede traducir a través de unos principios básicos:
- Comer tres comidas principales y dos tentempiés, y solo la cantidad necesaria (o ser consciente de que, fuera de eso, el resto son excesos, aunque sean bien placenteros y a menudo ciertamente necesarios).
- Tomar alimentos provenientes del medio en el que se vive y de temporada, ya que estos nos corresponderán de una manera más armoniosa: el ser humano como los alimentos, también es un producto de su medio.
- Evitar tomar demasiadas cosas extremadamente Yin con el fin de favorecer la fortificación del sistema nervioso autónomo, que se considera que constituye la base de un sistema inmunitario eficaz.
- Tomar alimentos lo menos manipulados posible: integrales, sin abonos ni productos químicos, etc. Aunque gracias a las manipulaciones culinarias, los efectos de estas sustancias pueden ser parcialmente equilibrados, sobre todo si se trata de productos animales.
- Masticar concienzudamente cada bocado. Gandhi dijo que se deben masticar las bebidas y se deben beber los alimentos, y discernir en cada caso por qué se come, (¿Para crecer? ¿Por placer? ¿Para curarse? ¿Para evolucionar espiritualmente?).
Llevo más de treinta años aconsejando esta manera de nutrir el cuerpo humano, primero como paciente y, después, como estudiante con el Dr. Jorge Pérez-Calvo Soler, mi profesor. A partir de mi experiencia personal —superé un cáncer de pecho en el año 1990—, adapté mi alimentación macrobiótica a mi grupo sanguíneo.
Algo vital, como digo más arriba, para llegar a vivir en salud, es aprender a dominar la materia —el cuerpo—, dándole justo lo necesario: 40% Hidratos de Carbono – 30% Proteínas – 30% Grasas.
Una vez más, el sentido común nos lleva a entender que somos nosotros los responsables de nuestra salud y bienestar.
Información extraída de
https://es.wikipedia.org/wiki/Alimentaci%C3%B3n_macrobi%C3%B3tica
Mas información:
Skype: rosairazuste
Email: rosaeste21@gmail.com
WEB: http://www.metamorfosiscelular.amawebs.com/
Guardo este libro más de 30 años, un tesoro para mi…
Tuve la inmensa fortuna de ser alumna directa de Michio Kushi, sus enseñanzas las llevo en mi corazón.